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Anécdotas del Rey Pedro (II)
Aquí tenemos la segunda entrega de las leyendas de nuestro buen rey don Pedro de Castilla y de León, el primero así llamado.
Era Sevilla la corte del rey, lugar dado a confabulaciones y luchas cortesanas.
Bien entrada la noche, cuando ya pocos quedaban por las calles, iba el rey por la calle, solitario y embozado en su capa, quien sabe si tras visitar a alguna de sus amantes, cosa que no era extraña, ni lo uno ni lo otro, porque el rey era un mujeriego pero además gustaba de salir de palacio inadvertidamente, cubierto por el anonimato de unas vestiduras comunes.
Aquella noche, tuvo la fortuna de cruzarse con uno de los Guzmanes, familiares de su hermanastro el futuro Alfonso XI, y por lo tanto apoyaban al bastardo.
Eso no podía acabar bien, así que desenvainaron sus espadas y las cruzaron en la oscuridad.
Con tal ruido, una anciana abrió su ventana para ver lo que sucedía, alumbrando con un candil, pudiendo ver la cara del rey, al cual había criado ella misma de niño.
El rey atravesó el pecho del Guzmán con su espada, matándolo ahí mismo. La anciana asustada cerró la ventana de golpe, con tan mala fortuna de que el candil cayó al suelo.
Llegó el día y se encontró el cadáver, junto al candil que situaba a la anciana en el crimen.
Los Guzmanes exigieron justicia ante el propio rey, el cual prometió que cuando se encontrase al culpable, él mismo haría poner su cabeza en el lugar del crimen.
Días después, la anciana fue llevaba a juicio, aunque esta no quiso confesar lo que vio, a pesar de las preguntas y amenazas de los alguaciles. Ella sólo quiso testificar ante el propio rey, y sólo ante él.
El rey le dijo que no temiera, que le dijera a quien vio aquella noche, que no le pasaría nada. La anciana, cogiendo un espejo, lo puso ante el rey y le dijo “esta es la cabeza del asesino”.
En otra de sus ocurrencias, el rey cumplió su promesa. Hizo construir una hornacina en la calle del crimen, ordenando poner una reja para cerrarla. Dentro de la hornacina colocó una caja cerrada donde dijo que estaba la cabeza del culpable.
La caja permaneció cerrada mientras el rey vivió, pero a su muerte la caja se abrió, encontrando dentro un busto en piedra retratando a don Pedro.
Actualmente, existe en Sevilla, en el mismo lugar una calle llamada Cabeza del Rey don Pedro, donde hay una hornacina con un busto del rey, pero el original ya no está allí, sino que actualmente se encuentra en la Casa de Pilatos, residencia permanente de la casa ducal de Medinaceli.