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Leyendas del Rey Pedro I (V)
Vuelven las leyendas de don Pedro I y hoy con una muy ingeniosa.
Quiso conocer un día don Pedro al guardián del Convento Mayor de San Francisco de Sevilla (puesto equivalente a prior en otras órdenes religiosas).
Tal guardián era conocido por su sabiduría, así que el rey se dirigió desde su palacio al cercano convento, pero antes de llegar los sirvientes le dijeron que el religioso no estaba allí, sino que había salido de la ciudad a predicar.
Eso encolerizó mucho a don Pedro, que ordenó que el religioso se presentase ante él en cuanto volviera al convento.
Al regresar el fraile al convento, escuchó la orden, lo que le hizo estremecerse de miedo, al conocer la fama de irascible del rey. Así que dudo si presentarse o huir de la ciudad.
Uno de los hermanos del convento, el cocinero, joven pero ingenioso, le propuso a su superior que le permitiera sustituirle en tal brete, yendo calado por la capucha del hábito para que no pudiera verse que era un joven.
Ante el rey, el cocinero puso gran cantidad de excusas por no haber estado en el convento cuando el rey fue a verle.
Pedro, harto de excusas, le propuso un juego de ingenio al que él pensaba el guardián del convento. Le haría tres preguntas, y si las respuestas eran correctas, le permitiría marchar, pero si las respuestas no eran aceptables, le haría decapitar ahí mismo.
El cocinero aceptó el reto.
Hizo el rey su primera pregunta:
-¿Cuánto valgo?-
-Veintinueve monedas. Nuestro Señor fue vendido por treinta y no pienso que penséis valer tanto o más que Él.-
-Cierto, tenéis razón.-
Procedió con la segunda:
-¿Dónde está el centro de la Tierra?.-
-Bajo vuestros pies, pero no por ser nuestro rey, sino porque como es bien sabido, la Tierra es redonda, así que en cualquier punto donde estéis será el centro.-
Sonrió Pedro aceptando la respuesta.
Fue el rey por la tercera:
-Decidme algo en lo que yo esté equivocado.-
Esto perturbó al cocinero, ya que no solía ser buena idea contrariar el rey, pero aun así, respondió.
-No es difícil de responder, ya que pensáis que habláis con el guardián del convento mayor de San Francisco, pero en realidad habláis con un simple hermano cocinero.- Dijo mientras se retiraba la capucha del hábito.
El rey, tras la sorpresa inicial, y habida cuenta del ingenio y la entereza del joven religioso, aceptó la respuesta. Pero no se quedó ahí la cosa, nombró al joven guardián del convento, destinando al antiguo guardián a otro.
Es innegable que nuestro Rey fue un hombre temible, pero a la vez era una persona que aceptaba con justicia el ingenio de los que le rodeaban.
¡Viva el Rey Pedro!
Nota 1: La idea de la Tierra esférica era ya compartida en las clases cultas de la época, hasta una figura del renombre de San Isidoro hablaba de ello.
Nota 2: No es raro que se pueda nombrar un simple hermano como guardián de un convento franciscano, ya que en esta orden los sacerdotes no son más importantes que los simples frailes sin ordenar. San Francisco evitó toda figura jerárquica dentro de su orden ya que de hecho él nunca fue ordenado.